Gustavo Merino Fombona,
Profesor titular de la Unimet
Nuestra
patria debe invertir todos sus recursos por la paz, la unión y el desarrollo
para todos los venezolanos, sin excepción, esa misión se debe profundizar. En
este luto nacional, esencial es la serenidad y la honda meditación sobre el
ingente valor que ha significado Venezuela y su belleza como ejemplo
maravilloso.
El maná en estas circunstancias lo acoge la
espiritualidad y su lírica desde la brújula de los paisajes venezolanos. La
política y su subpolítica son ecosistemas cuyas pretensiones de guías
monolíticas no convienen para los mejores destinos futuros de la nación.
Hoy, que predomine recordar la personalidad de esta tierra que ha dado todo y corresponde retribuírsele por igual.
Venezuela magia vívida
tú que acuestas arcoíris y caballos en el sueño de
tus relieves
debajo de los ríos habitan pintores y la musicalidad
de las féminas en aguas
contemplar tus árboles con gotas de sol es sentar la
luna y mecerla en la habitación de los ojos místicos donde la constelación y la
ardilla bordan los pasos
mil paisajes se labran de los amados cuentos
infantiles
con tus atardeceres se salvan los planetas que beben
de tu estética
las aves parecen entidades que se han ido fuera del
ciclo vital y retornan como duendes podando nuestras almas
marinas que son abdómenes de mozas respirando vientos
y azules cuyas faunas oceánicas bogan los versos de Dios
los besos germinan las interminables hectáreas de
úteros eternos en viandas y gastronomías que prenden parques de atracciones en
los senderos de los sentidos
cada rincón de oxígeno, mineral o líquido es una
posada para legos y niños
abrazar tus montañas es trinar cirros de violines
tus cuevas descifran las matemáticas del cosmos
de las óptimas pieles de tus medanales emergen las
terapias de las caricias
tus selvas son las artes desde las humedades de los
labios y los rocíos
tus nieves, nieblas y lagunas boreales descifran los
códigos de los sentires
un astro rey y un asteroide nocturno en la mesa de
noche de cada venezolano espera su vuelo en un papagayo
enjambres de luciérnagas invisibles circulan en el
cuerpo desde cantos de arpas
caseríos, iglesias y plazas son el vino del diálogo
del consentir humano
solo nos
queda emularla para ser vecinos de su amor.
Publicado por: Oscar Flores