Tribuna Popular –Editorial Edición 231.- Con gran
velocidad se está constatando el tema central que planteamos en el
Editorial anterior, referido a la transcendencia de aprovechar el hecho
de que en el 2014 no están previstas elecciones, para que el esfuerzo,
trabajo, dedicación y tiempo de las organizaciones políticas y sociales
que impulsamos el proceso revolucionario se dedique a las tan necesarias
labores de concientización, organización y movilización del pueblo
trabajador.
Asimismo, lo imperioso de abrir –desde todos los espacios del proceso
de cambios, incluyendo al gobierno–, un debate nacional profundo sobre
el concepto y naturaleza del Socialismo, que permita una caracterización
realista del proceso en curso desde 1999 en nuestro país, que en
términos de la Línea Política del PCV está definida como “una nueva fase
de su larga lucha revolucionaria antiimperialista”*.
Las pugnas electoralistas, que hemos vivido casi anualmente en los
últimos 15 años, comúnmente distorsionan el panorama político y no
siempre permiten que se enfoque la atención hacia importantes problemas
que deben atenderse y solventarse, dando pie incluso a los consabidos
planteamientos acomodaticios de que “no debemos darle argumentos a la
oposición”; y, por ende, “nada de críticas públicas, sino que se
discutan a lo interno”, en espacios que nunca que se crean ni se
propician.
En la Venezuela de hoy existen “particularidades presentes en la
agudización de las contradicciones capital-trabajo y Estado
burgués-clase trabajadora, en el marco de una creciente conflictividad
laboral”, no sólo por los enfrentamientos de clase frente a los
capitalistas, sino también por los enfrentamientos “a la élite
pequeño-burguesa que se aferra al control de instituciones y empresas
del Estado contra la resistencia organizada de las y los trabajadores
que se empeñan por preservar derechos laborales conquistados y por
ejercer su derecho a la democracia participativa y protagónica a través
de organizaciones independientes y autónomas”.
Entre otras razones, esto está dado porque “predomina una heterogénea
mezcla de concepciones idealistas y pequeño-burguesas acerca de la
nueva sociedad (…) en los altos niveles de conducción política”, que no
tienen “una concepción científica del socialismo, coherente y
sólidamente fundamentada en los principios del materialismo histórico”,
por lo que “el proceso de cambios carece de claridad en las definiciones
claves para apalancar su avance en la dirección correcta”.
Y, simultáneamente, está la realidad de que “la propia clase obrera y
el pueblo trabajador de la ciudad y el campo en general, no han
alcanzado todavía en nuestro país el nivel necesario de conciencia,
organización, claridad programática y movilización que le permitiría
imponer su hegemonía de clase y forzar el rumbo de los acontecimientos
en la dirección correcta”.
Reconociendo los aportes y limitaciones de las “fuerzas motrices del
proceso iniciado en 1999” –y teniendo claro su perfil clasista de
“fracciones de la pequeña burguesía, en alianza con sectores medios
vinculados al funcionariado estatal incluyendo el estamento militar, y
con la intelectualidad radicalizada”–, se pone sobre el tapete que “a
menos que sea modificado [ese bloque de clases] bajo el influjo de un
cambio en la correlación de fuerzas, carecerá de la vocación y el empuje
necesarios para avanzar mucho más, y puede llegar a retrogradar y
degenerar poniendo en peligro los avances democráticos y progresistas de
la última década”.
Todos estos análisis y posiciones no deben recibirse –ni asumirse–
con impaciencia, desesperación ni desesperanza por parte las fuerzas
políticas y sociales que realmente enfocan su esfuerzo, trabajo,
dedicación y tiempo a la liberación definitiva del pueblo venezolano de
toda forma de explotación.
Lo que debe hacerse es tener claro el “objetivo general y fundamental
de todo el trabajo político y de masas, ideológico y organizativo”, que
se expresa en “la necesidad de producir una consistente y acelerada
acumulación de fuerzas del movimiento obrero y popular que, cohesionadas
en un sólido Bloque Popular Revolucionario (…), forjen una nueva
correlación de fuerzas favorable a la clase obrera y al pueblo
trabajador, es decir, a los factores políticos y sociales
consecuentemente antiimperialistas y realmente interesados en la
profundización del actual proceso de cambios”.
Ese es el reto central en el que debemos enfocar nuestra lucha, para
el objetivo histórico de la toma revolucionaria del Poder y la victoria
de la Revolución Socialista.
*Todas las referencias son de la Línea Política aprobada por el 14º Congreso del PCV, en agosto 2011.
Fuente: Tribuna Popular Nº 231 http://issuu.com/tribuna_popular/docs/tp_231
Articulo Relacionado: Editorial 230 “Debemos Aprovechar el 2014” http://wp.me/p1Ko5W-1lK