miércoles, 15 de febrero de 2012

Baltazar Garzón Real

Quisiera tocar la piel de las nubes con los cantos líricos de la excepción, la gimnasia de un antílope en la historia, la reivindicación de David sobre cualquier dinosaurio, pintar con obras de Picasso-Renoir-Reverón-Matisse-Gauguin-Vigas-Botticelli-Soto-Poleo-Oramas-Manaure-Salvador Dalí-de Vincent van Gogh-Siqueiros-Orozco-Rivera-Guayasamín todos los tanques-balas-armas-fusiles-parapetos y artefactos bélicos que sólo disparen imaginación-creación y metrallas de flores, hoy al terrible desamparo de la civilidad y a los paradigmas del mañana, apreciar en las sombras un velero y una goleta bailando boleros de mar, revelar convivencias donde en cualquier ciudad de un extremo a otro en la madrugada se pueda pasear un niño o una niña o abuelos y arribar pletóricos del gozo por vivir, que la metamorfosis humana hacia su sensibilidad ilimitada se apresure.

"Preguntaréis: ¿por qué su poesía

no nos habla del sueño, de las hojas,

de los grandes volcanes de su país natal?

 

¡Venid a ver la sangre por las calles,

venid a ver

la sangre por las calles,

venid a ver la sangre

por las calles!"



Explico algunas cosas. Pablo Neruda. 1970

Ya basta la jaula de la mediocridad, la ciclicidad de las bestias que proscriben cualquier aceleración de cronologías magnánimas que apuntan su bicicleta fuera del eterno hormiguero. Abajo los reinos que protegen la muerte humana. Los poderosos que navegan su sueño después de roer colectivos donde lagos de sangres empantanan los escenarios. Oxígeno sería para la humanidad que el juez Garzón fuera Presidente de España o de un país que pudiera llevar de la mano hasta cristalizar rondallas humanas. Insólito que en el siglo XXI, militares muertos y vivos del genocida franquismo imperen, culpables de tortura y mutilación de poemas y pueblos enteros, los homicidas del amor, los que acabaron con esta voz "…La miel es como el sol de la mañana/tiene toda la gracia del estío/y la frescura vieja del otoño./Es la hoja marchita y es el trigo./¡Oh divino licor de la humildad,/sereno como un verso primitivo!/La armonía hecha carne tú eres/el resumen genial de lo lírico./En ti duerme la melancolía,/el secreto del beso y del grito …" El canto de la miel de García Lorca en la gusanera de una fosa común que nadie sabe dónde está. Viva la luciérnaga permanentemente encendida de Garzón y no la bala que destroza las manos de los pianistas y los cerebros de los sensibles; minotauros que alienan la belleza y la convierten en cenizas y desmemoria sentenciando la tierra.

Profesor UCV-Unimet

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