jueves, 26 de junio de 2014

Pandemónium subhumano

El remolino de sujeción del actual mundo paranoico nos desata una cascada psíquica de no pocos Everest en incertidumbres
El remolino de sujeción del actual mundo paranoico nos desata una cascada psíquica de no pocos Everest en incertidumbres.


El grumo humano o el inclemente desvarío de la matemática creciente de las cifras demográficas abrirán una asimetría entre recursos y gentes, dislocación donde los relatos de Stephen King serán los insumos temáticos de Walt Disney convirtiendo en héroe al británico Thomas Malthus.

Sobre la sociología y antropología de los bandazos conceptuales de Comte y Durkheim se atomizarán vertiginosamente debido a que en mil bibliotecas no cabrán los subgrupos en culturas destartaladas y con heterogeneidad implosionada. Freud inspirará caricaturas. La subpolítica en su máxima representación continuará con natas y entornos entomológicos bajo el péndulo de nuevas generaciones de fundamentalismos deontológicos que, al asumir el poder, se pudrirán como lo ratifica la eternidad del pasado (leer a los romanos o hunos es un gran calco del hoy), retrato de cavernas donde cada tres generaciones se avanzará un milímetro.

La economía será un reloj enfermo debido a lo indetenible del estructuralismo cíclico de la edificación impensada y suicida. 

El ecocidio nos lamerá las entrañas y la cama.

Las ciencias contables del existencialismo contemporáneo conllevará que todos sabremos las fechas buenas y malas entre todos, el vecino conocerá el día en que le llegarán las urnas a toda una vecindad.

La tendencia de la saturación de las megaurbes nos hundirá a la más abyecta indignación, estancados en tráficos terrestres, aéreos, marítimos y submarinos, en simbiosis donde facturar será la actitud hemorrágica de una guerra desenfrenada por cancelar a monstruos institucionales que nadie conocerá. 

La desconfianza y la locura se cimentarán con la virtualidad, la robótica y la cibernética familiar. 

Creo que los cafetines tendrán casetas psiquiátricas de atención exprés.

Es un mundo apocalíptico que sentimos, tocamos y cuando nos trague, querremos desembarazarnos. Seremos arqueólogos enloquecidos de significados sobre estar vivos, con la semántica vital de Saussure y Sartre con el presente vigor. Perseguiremos a mil kilómetros bajo tierra un verso perdido para saber cómo seguimos y dónde estalló la brújula.

Gustavo Merino Fombona Profesor de UCV, Unimet y Ulac

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